lunes, 15 de febrero de 2010

GRANADA 2 - CEUTA 1

Revulsiva entrada del medio para que los rojiblancos decidan un partido que se escapaba El Ceuta le birla el balón a los de Tomé, que marcan pronto y se dejan llevar, hasta que el técnico hizo los cambios claves 
 
La revulsiva entrada de Jonathan Granada decidió un partido angustioso para los rojiblancos y dramático por su importancia en la clasificación. El centrocampista vasco de padre granadino definió el contraste más acusado de un encuentro que arrancaba con el Melilla a ocho puntos. Antes de su incorporación desde la suplencia, la zona ancha local fue un inquietante agujero negro. Su participación crucial lo transformó en una luminosa supernova. Más que por alardes técnicos, lo que inyecta Granada es un entusiasmo fulgurante, que se contagia hasta en la grada. No es poco en un equipo que tiende a despersonalizarse, pese al prestigio pasado de algunas de sus figuras. Que necesitaba del carácter para romper la triste dinámica encauzada en Lucena y que tuvo sus derivaciones ayer, ante un brillante Ceuta, serio aspirante a la fase de ascenso, frenado en el colosal regreso de José Juan a la portería.
Un jugador salió tocado de la decisiva actuación de Granada. Fue Óscar Pérez, al que las oportunidades se le han agotado sin dar señales de peso para el fútbol del equipo. El ovetense no ha aprovechado el ostracismo de Granada. Su currículum le ha dado más chance del que ha merecido por sus méritos en el campo. Antes podía quejarse de que Tomé le daba poca bola, pero ya no. El entrenador ha empeñado buena parte de su reputación con su apuesta decidida por recuperar a Óscar Pérez. Su agradecimiento ha sido la apatía. Se esperaba un caudillo corajudo y sólo se ve a un tristón agazapado.
Jonathan Granada es un futbolista puro de Segunda B y se nota. Una plantilla preñada de 'paracaidistas' de niveles mayores agradece la presencia de tipos terrenales que saben qué se cuece en los campos que pisan. Carece de historial en categorías superiores y mantiene el hambre de mejorar y la ambición de alcanzar nuevas cotas, aunque esté ya más cerca de los 30 que de los 20 años. Comprende una categoría donde la gestualidad es secundaria y lo que prima es lo concreto. En un puñado de minutos contribuyó al juego, reclamó el balón, presionó con denuedo, provocó el penalti clave y hasta improvisó en la banda derecha al final. Él e Ighalo revolucionaron un encuentro que parecía en manos del Ceuta, tras conquistar un merecido empate. Fue un rival dinámico, digno candidato al reto de subir a Segunda. No se achantó ante el gol tempranero de Benítez y su noble insistencia casi tiene recompensa.
Collantes se estrenó en Los Cármenes con la titularidad. El atacante dejó en vilo al público con su explosiva velocidad. Lee el fútbol con inteligencia y suma a la creatividad ofensiva, aunque su contribución sea aún irregular. Además, no se le da mal la estrategia. Ahora es el encargado de los lanzamientos de perfil derecho. Un balón suyo, a los tres minutos, generó un rosario de rechaces en el área, resuelto por la pierna derecha de Benítez. Collantes exhibiría su maestría en los desmarques en una gran llegada por la banda derecha de Nyom, culminada con un tiro de volea de Collantes que botó en la hierba y se marchó alto inexplicablemente.
José Juan, ilusionado
José Juan fue otras de las grandes novedades de Tomé con respecto al fiasco en Lucena. Raúl Fernández se había ganado el descanso forzoso tras ciertas actuaciones comprometidas. José Juan ha cogido un tren que pensaba perdido y parece aferrarse al puesto con ilusión. Tuvo dos intervenciones maravillosas en la primera parte. Un tiro lejano pero bien enfocado que detuvo con una 'palomita' y un segundo lance formidable, tras el saque sorpresivo de una falta del Ceuta. De Lerma se escabulló hasta la línea de fondo, metió el pase a un compañero con la meta de cara pero el tiro franco fue despejado por José Juan, con reflejos máximos.
Felipe cerró el trío de variantes en el once del entrenador, pero fue engullido por el centro del campo ceutí. Ni Kitoko ni Óscar Pérez hicieron frente alguno tampoco a una línea rival mucho mejor ajustada, en la que cada cual desempeñaba su papel con eficacia. El de Loe fue frenar a Felipe. El de Navarro y De Lerma, robarle la pelota al Granada. Lo consiguieron durante gran parte del choque. Poco a poco, fueron comiendo terreno, alcanzando el descanso con sensaciones cercanas de empate. El descanso no supuso modificaciones en la tendencia depresiva de los locales. Se mascaba el empate y llegó en un lance aislado. Otro balón rebotado tocó la mano de Tariq y supuso la opción de marcar para Aarón desde el punto fatídico. No marró el penalti.
Los siguientes siete minutos pudieron costarle muy caros al Granada. Cayó zarandeado en las cuerdas, aturdido, como si en vez de tablas estuviera firmando una goleada en ese momento. Se desangraba el equipo hasta que a Tomé se le iluminó la bombilla antes de que fuera tarde. Quitó a Óscar Pérez y Felipe, ambos anulados, para dar entrada a Granada e Ighalo. Puso el tapón a la herida de inmediato.
El equipo salió de la esquina y dio un paso adelante. Todo parecía más armonioso y no tardó en llegar el 2-1. Ighalo burló rivales con su característico regate en un costado del área y provocó un rebote que le llovió a Granada. Éste ni se lo pensó y tiró desde lejos . El balón chocó en la mano de De Lerma. Un penalti claro que se anotó Tariq, su undécima diana en el campeonato.
Tomé volvió a maniobrar bien con el ingreso de Lucena, otro tipo de perfil bajo que suma mucho aunque no tenga un gran nombre. Porque en Segunda B lo que hace falta, valga el tópico, son hombres.

R.Lamelas para Ideal.es

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