lunes, 1 de febrero de 2010

Un regreso a la versión vertiginosa

GRANADA CF 4 - ÉCIJA BALOMPIÉ 1   
R.Lamelas para Ideal.es

El Granada recupera las sensaciones del inicio de Liga, goleando al Écija con un fútbol directo y muy letal

Los tantos, en cantidad y calidad, volvieron a Los Cármenes en un partido en el que el Granada recobró su versión más vertiginosa. Goleó al Écija exhibiendo ese alegre frenesí que hace a los rojiblancos imparables cuando encuentran espacios. Tras sestear con otras ideas de juego, Tomé ha claudicado en favor de aquellas festivas sensaciones del inicio de Liga, cuando su equipo devoraba sin masticar al adversario. Eso sí, en algo ha evolucionado a mejor. El compromiso táctico de sus mejores artistas se ha incrementado. Nadie se borra a la hora de protegerse, lo cual es una más que notable noticia.
Al Granada no le ha quedado más que rendirse a la evidencia. No ha nacido para acariciar el balón de lado a lado, con suma paciencia, tal y como hace por ejemplo el Écija -aunque con riesgos notables-. Los rojiblancos se han construido con la contundencia como característica esencial. La dirección deportiva ha juntado a tanto futbolista con poder para finalizar que lo extraño ha sido que sus partidos no terminaran siempre con marcadores abultados. Hoy por hoy, a este equipo se le puede hacer poca sombra si el césped está en condiciones, las medidas del campo son las apropiadas y el árbitro no juzga con miopía. Que nadie pida que acapare la posesión de balón, porque iría contra su espíritu. El Granada disfruta atacando, no construyendo. Ante esa tendencia impepinable, sólo queda explotarla sin remilgos.
Un vivo ejemplo de esta querencia fue la actuación de Óscar Pérez. El ovetense regresó al once titular para atemperar la circulación en el centro del campo pero no cumplió esa misión. Lejos de eso, su protagonismo radicó más en acciones aisladas de ataque, como si fuera un delantero, más que en agarrar el timón de gobierno. Una aparición fugaz suya se transformó en el primer gol, nueve minutos después del arranque.
Tariq, en una tarde cuajada de inspiración, filtró un pase con precisión clínica para Felipe en la media luna del área, cuando la lógica pedía una apertura a la banda derecha por donde cabalgaba solo Benítez. El catalán se revolvió entre los defensas y el balón se le escapó un poco. Óscar Pérez entraba desde atrás y empalmó un tiro cruzado espléndido, que le hizo vibrar tras muchos meses de nostalgia.
Más tarde, volvería a aproximarse al gol en otro arreón vivaz. No hubo trazos delicados suyos en la zona ancha ni distribución alguna. El centro del campo rojiblanco está manufacturado para hostigar y salir a la velocidad de la luz, no para cavilar. A Pérez no le queda otra que acostumbrarse a otro tipo de lecturas si quiere sobrevivir en las alineaciones. Este conjunto, de bandas felinas y atacantes dinámicos, quiere la pelota para hacer daño.
La antítesis
El Écija fue en ese aspecto la antítesis local. Circuló el balón hasta el abuso, apoyándose sin miedo en su portero como un futbolista más, arriesgando en situaciones inverosímiles en Segunda B, que propiciaron más de un contraataque del Granada. Únicamente lanzó un puñado de veces en largo. Siempre exploró a través del pase y el intercambio de posiciones de sus hombres, pero apenas reposa su talento en Coco, un diablo atrevido al encarar adversarios, que se encontró una barrera casi insalvable en la zaga rojiblanca.
Si en otras citas el eslabón débil asomó en alguna acción de Amaya, ayer el madrileño barrió con una eficacia perfecta, salvando del peligro a su portero. Un Raúl Fernández que acumuló pifias casi cómicas, no castigadas con goles para su fortuna. Se 'tragó' varios balones largos, salió descontrolado en algunas llegadas del Écija y hasta falló un despeje fácil que dejó el balón a los pies de un contrario. No marcó porque Amaya se deslizó ante la portería en una reacción portentosa.
Con la baja de Ighalo, Tomé había recobrado aquel sistema original que tan buen resultado le dio sobre todo en su estadio. Un planteamiento con alas bien abiertas, ocupadas por Benítez y Joselu. El extremo granadino fue la otra novedad en el 'once' y se tornó en una luminaria en la primera mitad. Empezó con nervios y algo de timidez, pero se destapó con una serie de maniobras que confirman su talento. Tan seguro se sintió que pidió botar una falta desde el perfil izquierdo, que envió con precisión a la zona de castigo. Allí, Diego Mainz consolidó su fama de omnipresente en la estrategia, cabeceando a la red su sexta diana.
La segunda parte llegó con un Granada a media luz, más pragmático y rocoso. El gran desgaste en la presión del primer tiempo pasó factura. Sólo Benítez y Kitoko, que va a más en su labor de fajador, tenían pulmones para sostener el ritmo. Óscar Pérez sorteó por poco una segunda amonestación, desgastado tras sus irrupciones ofensivas. Tomé no veía peligrar el resultado pero deseaba más control. Eliminó a Joselu para albergar más temple con Cámara. Su irrupción fue determinante en el primer contacto con el cuero. Metió un pase profundo, con la elevación y efecto justo para la entrada por el carril de Nyom. El francés centró al primer palo, por donde apareció acosado Tariq, que sin embargo peinó con la sobriedad de un ariete puro.
Como siempre, el tanto brotó de una recuperación asfixiante de los locales, solucionada a toda mecha. El Écija no tiraba la toalla pese a todo y seguía a lo suyo, tocando y tocando, aunque sin productividad. Tuvo que ser Zurdo, aquel jugador que hizo fama lanzando faltas hace años y cuya destreza probó en su día el Granada Atlético, quien anotó un libre directo magistral. Por encima de la barrera y a la escuadra, donde nunca llegaría Raúl ni avisándole.
Reacción al cabreo
Pero este Granada había vuelto a esas andadas en las que se cabreaba sobremanera cuando le hacían una pupa. Otra avanzada directa permitió rubricar el 4-1. Fue Tariq, en acción personal, a pase al hueco de Cámara, mostrando que es también un tiramillas, adornando el cierre con un balón 'picado' ante la salida del portero. Una obra de arte que glorifica su actuación.
Para entonces ya estaba Javi Casares en el campo, exultante tras demasiadas semanas fuera de combate. Eleva la competitividad en vanguardia del equipo. Son tantos ya y tan buenos que para Tomé va a resultar una verdadera jaqueca formular hasta las convocatorias. Todos parecen en buen tono y eso que ayer se quedaron en la grada Collantes e Ighalo.
El Granada pareció dar por muerto el partido, aunque algún elemento seguía revoltoso en busca de más premios. Dani Benítez intimidó con sus explosivas intervenciones por banda. Unas veces en carrera, otras por habilidad, ningún zaguero rival le encontraba la medida para pararle. Tariq pudo redondear su actuación con un centro del mallorquín, pero disparó alto.
En los minutos finales las cautelas se aflojaron y pudieron llegar tantos en cualquier área. Vázquez no pudo anotar el segundo astigitano y un defensa interceptó el tiro que abría permitido estrenarse a Kitoko. No hubo otra cosa que confirmar que el Granada sigue segundo en la tabla, al acecho del Melilla, quitándole el polvo a su viejo libreto. Tendrá sus fallos, pero con éste le suele ir bien.

Fuente: Ideal.es

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